Karina Jessenia
Jarrin Maisincho a; William Plúa Marcillo b;
José Javier Asencio
Mejia
c; Nicole Sánchez Figueroa d
Manejo endoscópico
de
fístula gástrica posterior a gastrectomía vertical
Revista Científica
Mundo de la Investigación
y el Conocimiento. Vol. 2 núm., 1, febrero, ISSN: 2588-073X, 2018,
pp. 190-201
DOI: 10.26820/recimundo/2.1.2018.190-201
Editorial Saberes del
Conocimiento
Recibido: 05/12/2017 Aceptado:
10/02/2018
a. Profesional Independiente; drakarinajarrinmcd@hotmail.com
b. Cirujano Bariátrico, Servicio de Cirugía General – Hospital Teodoro Maldonado Carbo, Guayaquil - Ecuador
c. Médico Posgradista de Cirugía General de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo – Hospital
Teodoro
Maldonado Carbo, Guayaquil – Ecuador
d. Médico, Clínica Grifi’s, Guayaquil – Ecuador
RESUMEN
Las
fístulas gástricas se reportan como una de las complicaciones en pacientes sometidos a
gastrectomía vertical laparoscópica. A pesar
de ser
poco frecuentes, representan un alto índice de mortalidad debido a su infra-diagnóstico.
El manejo endoscópico por medio de
endo-prótesis
supone una de las alternativas como tratamiento conservador reduciendo
considerablemente la morbimortalidad posterior a
una re-intervención
quirúrgica.
Se presenta
un caso
de fístula
gástrica tardía que ingresa a urgencias con datos clínicos y bioquímicos de shock séptico. El caso se estudió con tomografía computarizada de tórax, tránsito gastro-intestinal y
finalmente se confirmó con endoscopía evidenciando fístula gástrica
a nivel de antro. La paciente recibió tratamiento conservador endo-prótesis. Luego de 6 semanas se retira
la prótesis evidenciándose cierre completo de la
fístula.
Palabras
clave: Gastrectomía;
cirugía bariátrica;
fuga anastomótica; fístula gástrica;
laparoscopía; endoprótesis.
ABSTRACT
Gastric fistulas are reported as one of the complications in patients undergoing laparoscopic
vertical gastrectomy. Although rare, they represent a high mortality rate due to their underdiagnosis. Endoscopic management with usage of endo-prosthesis is one of the alternatives as a conservative treatment, considerably reducing morbidity and mortality following
surgical re- intervention. A case of a patient with late gastric fistula who is admitted to the emergency
department with clinical
and
biochemical data of septic
shock is presented. The case was studied
with computed tomography of the chest, gastro-intestinal transit and finally confirmed with endoscopy, which evidences a gastric fistula at the antrum.
The patient received conservative
endo-prosthesis treatment. After
6 weeks the prosthesis is removed, showing complete closure
of the fistula.
Keywords: Gastrectomy; bariatric surgery; obesity; anastomotic leak; gastric
fistula;
laparoscopy; endoprosthesis
Introducción.
La cirugía bariátrica reduce
el
riesgo relativo de muerte en un 89% porque
permite la pérdida de peso, corrigiendo factores de riesgo cardiovasculares y disminuyendo el riesgo de
cáncer (1). La gastrectomía vertical laparoscópica (GVL) es un abordaje quirúrgico para tratar la
obesidad mórbida. Ésta restringe el tamaño del estómago para inducir
la saciedad y reseca las células
productoras de grelina del fundus
para
disminuir el apetito (2).
Ésta
está asociado
a >50%
de pérdida del exceso de
peso en 5 años (3). GLV se
ha convertido en un procedimiento muy
frecuente en cirugía bariátrica
debido a su simplicidad
y
eficacia
comparado con
el procedimiento de derivación o bypass (4). Sin embargo,
comparado con el bypass gástrico o
desviación biliopancreática, sus complicaciones
pueden ser incluso más severas (5). Las fugas
por la línea de grapado, el sangrado y
las estenosis son las complicaciones
comúnmente reportadas después de GVL. Según la información obtenida
de 12799 GVL por el International Sleeve Gastrectomy Panel Consensus Statement en el 2011, la tasa de fugas es del 1.06%
(6), pero puede variar entre el 1% y el 3% en un procedimiento primario y
más del 10% en procedimientos secundarios (2). La fístula gástrica es la complicación más seria posterior a la
GVL
con una incidencia que varía del
0 al 5%, de acuerdo a Rebibo
et al (7).
De
acuerdo al Royal College of Surgeons of
England, una fuga
gástrica se define como el
escape
de contenido luminal desde
una unión quirúrgica
entre
dos vísceras huecas. También
puede ser una efluente de contenido gastrointestinal a través de una
línea de sutura, que puede acumularse
cerca
de la anastomosis o salir
a través de la pared o el dren (8). Una fuga gástrica puede
convertirse en una fístula, con lo que
clínicamente
se manifiesta como salida
de líquido gástrico
a través de los
drenes o de
la pared abdominal (9) (10).
Las fugas pueden
clasificarse en
relación al
tiempo
inicio,
presentación clínica,
apariencia radiográfica
o una mezcla de factores (2). Csendes et al
definió a las fugas como
tempranas, intermedias y tardías a aquellas que aparecen 1 a 4 días, 5 a 9 días y
10 o
más días posterior a la cirugía, respectivamente. Por severidad de las manifestaciones clínicas y
extensión
de la diseminación, ellos definieron la fuga tipo I o subclínica a aquellas que están bien localizadas sin diseminación a la cavidad pleural o abdominal, no hay manifestaciones clínicas
sistémicas, son fáciles de tratar médicamente. Las fugas tipo II
son aquellas con diseminación al espacio pleural o cavidad abdominal o a los drenes con consecuentes manifestaciones sistémicas severas (11) (12). Basado en hallazgos tanto clínicos como radiológicos, las fugas tipo A
son micro-perforaciones sin evidencia clínica o radiológica de fuga. Mientras que las fugas tipo B son detectadas por estudios radiológicos pero sin presentar clínica. Finalmente las fugas tipo C presentan evidencia clínica y
radiológica (13). Por lo tanto las fugas tipo II y tipo C se incluyen
dentro de la definición de fístulas
gástricas.
Las
fugas gástricas pueden darse por causas mecánicas o
isquémicas (2). En un estudio multi-céntrico con 2834
pacientes, las fugas post GLV incluyeron: vascularización inadecuada debido a una
disección agresiva especialmente de las
uniones posteriores de
la manga superior,
lesiones térmicas en el tubo gástrico por dispositivos ultrasónicos (harmonic, Ligasure) y fallas en
los dispositivos de engrapado, engrapado
en el tubo oro-gástrico
(14).
La presentación clínica puede variar desde aquel paciente
totalmente asintomático diagnosticados con estudios de
imagen de rutina, considerados tipo A como ya se mencionó
anteriormente, hasta aquel paciente
con signos y síntomas de shock séptico incluyendo fiebre, dolor
abdominal, peritonitis, leucocitosis, taquicardia, hipotensión (13). Estudios de laboratorio incluyendo biometría hemática completa, PCR, no son ni sensibles ni específicas y raramente contribuyen a realizar
un diagnóstico definitivo (14). Sin embargo se
recomienda no dar de alta a ningún paciente con presencia de signos o síntomas de
shock como taquicardia, escalofríos o fiebre, así como elevación de PCR o presencia de azul de metileno en los drenajes, ya que se
debe sospechar
de una fístula gástrica temprana (15).
Basado en el First International Summit for
Sleeve Gastrectomy, el tratamiento puede
incluir re-suturar, drenaje (abierto o laparoscópico), clipaje
endoscópico, colocación de
stents o endo-prótesis, uso de
pegamento de fibrina, a veces el uso de
una Y de Roux o gastrectomía total como último recurso (9) (10)
(11). Las fugas gástricas generalmente tardan más de 6
semanas en
cicatrizar
(promedio de 45 días), en comparación con el tiempo de cicatrización en las
derivaciones de bypass gástrico laparoscópico Roux en Y (30 días) (11). Por otro
lado varios autores concuerdan en que
6 a 8 semanas es el tiempo óptimo para la extracción, ya que un periodo más prolongado incrementa
el
riesgo de dañar
la mucosa subyacente especialmente
con los stents descubiertos (14)
(16).
Reporte de caso
Paciente femenino de
29 años con diagnósticos
de hipertensión arterial, intolerancia a la glucosa y obesidad mórbida (IMC de 41.3) se le realizó GVL sin incidencias y con evolución
postoperatoria satisfactoria. Un
mes posterior a la intervención
quirúrgica ingresa a urgencias por
fiebre (39ºC), astenia, hiporexia,
tos productiva y descompensación
hemodinámica. Exámenes
de laboratorio revelan leucocitosis y aumento
de reactantes de fase aguda. Estudios de imágenes:
TC de tórax refleja proceso condensativo en segmento
basal postero-medial de ambos lóbulos inferiores. TC abdomino-pélvica S/C revela presencia de colección sub-frénica
izquierda (80x50 mm) con aire en su interior adyacente a la línea de grapado del estómago. Paciente es derivada a UCI para manejo de shock séptico. Se realizó laparoscopía quirúrgica más drenaje de colección intra-abdominal y se evidenció fístula gástrica a nivel de antro. El tránsito EGI evidencia extravasación del contraste y la endoscopía reveló orificio fistuloso (20mm) en cara posterior a 3 cm
del cardias.
Se decide manejo endoscópico de la fístula colocando endo-prótesis gástrica
la cual en 72 horas migró y
fue sustituida por una de mayor tamaño (103x18mm). La prótesis se retiró a
las 6 semanas demostrándose el
cierre completo
de la fístula con buena respuesta al manejo
médico.
Fig
2. Rx. Torax y Abdomen donde se observa la posición del stent
Fig. 3 Endoscopia Digestiva Alta
A, revela orificio fistuloso gástrico de 20 mm. B,
resolución de fistula
gástrica
Discusión.
El tipo de presentación del presente caso es similar al que reporta la literatura. Praveenraj et al describió
que los pacientes de su estudio con fuga gástrica presentaron dolor abdominal, fiebre, taquicardia,
tos y neumonía y que fue diagnosticada en tiempos
que varían de 24
horas
a 7 meses después de la cirugía. Al igual que el presente caso, los pacientes de
su estudio que presentaron fuga gástrica tardía se encontraban bien al inicio del post operatorio y después del alta presentaron fiebre, dolor abdominal, tos y/o sepsis y
también en ellos se encontraron colecciones subdiafragmáticas. La fuga gástrica se ubicó en el tercio proximal de la curvatura mayor en toda su muestra (12).
Si durante el transoperatorio se
sospecha de compromiso de la línea de grapeo, se puede utilizar
la prueba de azul de
metileno para observar
el
sitio probable de
fuga (10). Sin embargo,
puede teñir tejidos y estructuras adyacentes dificultando la identificación y la re-sutura (12). Otro estudio que puede ser usado durante el transoperatorio
es la gastroscopia, que permite identificar y reparar al instante la fuga. Ninguno de los anteriores previene aparición de fuga gástrica tardía
(10). Si existe alta sospecha clínica de fuga gástrica en el post operatorio debe realizarse
tomografía
computarizada
con
contraste la cual diferenciará las fugas localizadas de
la diseminación difusa e identificará abscesos o tractos fistulosos (12). Sin embargo, la sensibilidad de ésta disminuye con el grado de obesidad, por lo cual no es útil en pacientes con IMC >50 (10).
No
se han realizado estudios de prevalencia en el Ecuador, pero el porcentaje
de complicaciones
de
cirugía bariátrica se encuentra entre 4 al 22% (16). Dentro
de los tratamientos quirúrgicos de la obesidad mórbida,
la GVL es uno de los procedimientos que se realiza en
nuestro hospital. El tratamiento de fístula
gástrica
requiere cuidado intensivo e
involucra cirujanos, radiólogos y endoscopistas (17). En un 80% de los casos de fístulas gástricas se
requiere cirugía de revisión y un promedio de cinco procedimientos endoscópicos (18). En pacientes con inestabilidad hemodinámica se debe
realizar un lavado de cavidad abdominal de inmediato y colocación de drenajes para luego una reintervención quirúrgica más invasiva como Y de
Roux o gastrectomía total (11) (17). Si es una
fuga
tardía con estabilidad hemodinámica, el
manejo conservador puede
realizarse con antibiótico terapia de amplio espectro, drenaje
percutáneo, inhibidores de la bomba de protones a altas dosis (9) y el aspecto nutricional es muy importante ya que
de ellos depende la cicatrización de los tejidos posterior a
la fuga (10). El
tratamiento conservador de elección en nuestro paciente fue el manejo endoscópico mediante endo-prótesis el cual llevó a
la completa resolución de la fistula
gástrica, reduciendo así el
porcentaje de morbimortalidad de la paciente. Ésta es una técnica de mínimo acceso con baja
tasa de complicaciones evitando así
procedimientos invasivos (10).
Conclusiones.
La fuga gástrica de la paciente
del caso clínico
expuesto corresponde a fuga tipo C, fístula gástrica con manifestaciones clínicas y
evidencia radiológica. El manejo conservador de fistula gástrica
tardía mediante
endoscopía
con endo-prótesis
demostró
un
resultado
eficaz al
ser retirado a la semana 6. La sospecha clínica y
el
uso de tomografía computarizada con contraste
constituyen el pilar diagnóstico de fugas post quirúrgicas. El tiempo de cierre de la fuga puede ser
más corto
con la intervención quirúrgica
y/o
endoscopía
que el manejo
expectante.
El
manejo, endoscópico o reintervención quirúgica debe
individualizarse según la presentación clínica. Frecuentemente se requiere una combinación de métodos según la situación para lograr
el éxito.
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