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RECIMUNDO VOL. 7 N°1 (2023)
En este marco en que las redes se han con-
vertido en un medio de comunicación impor-
tante y accesible a la mayoría del mundo,
es importante destacar que la información
fruto de una investigación rigurosa y con da-
tos verificados compite contra contenidos
en redes sociales que a menudo están muy
lejos de ajustarse a estándares de calidad.
En la actualidad quienes producen noticias
hacen frente a varios desafíos. Las noticias
confeccionadas a partir de una investiga-
ción rigurosa y con datos verificados compi-
ten contra contenidos compartidos en redes
sociales que a menudo están muy lejos de
apegarse a estándares periodísticos de ca-
lidad. Es en las redes sociales donde más
se nota que el número de clics y la supuesta
primicia predominan sobre las noticias y los
comentarios debidamente verificados. Todo
ello complica todavía más la defensa de la
libertad de prensa, la cual continúa siendo
reprimida injustificadamente en varios luga-
res del mundo. (Bokova, 2017)
La Red de Periodismo Ético (EJN) define a
la información falsa o trucada como “Toda
aquella información fabricada y publicada
deliberadamente para engañar e inducir a
terceros a creer falsedades o poner en duda
hechos verificables”. Es importante el cono-
cimiento de la definición para tratar de dife-
renciar más fácilmente el periodismo de la
propaganda, de los “hechos alternativos” y
de las mentiras malévolas. (Saldago, 2021)
Asimismo, es de uso frecuente el térmi-
no fake news (en inglés) que, según David
Lazer, Matthew Baum, y catorce coautores
de diversas ramas que incluyen psicología y
periodismo, entre otras, la han definido como
“información fabricada que imita noticias y
contenidos de medios de comunicación so-
cial en cuanto a su forma, pero no en su pro-
ceso organizativo o intención”. Es decir, que
tendrían la forma de una noticia, pero un mé-
todo de producción distinto y una intención
diferente a informar. Mientras la información
recabada en una mesa de redacción pasa
por el proceso profesional de verificación
de fuente, jerarquización, titulación, estética
propia de un producto con el fin último de
comunicar a la audiencia un mensaje basa-
do en la realidad, una fake news copia esta
estética en los medios digitales con la inten-
ción de manipular a la opinión pública para
afectar el mundo real o al menos la percep-
ción del entorno. (Hernández, 2019)
Sánchez & Fuente, (2020) destacan con
base en sus fuentes que el universo de las
redes sociales, además de ser una opor-
tunidad para la presencia del periodismo
profesional, se erige como un espacio li-
beralizado en el que cualquiera puede di-
fundir información a potenciales audiencias
masivas. Los intereses, la preparación y el
cuidado que esos informantes ponen en la
generación y difusión de esa información
capaz de tener un largo alcance en exten-
sión e impacto son muy diversos. Y de aquí
se deriva una de las grandes preocupacio-
nes en las democracias contemporáneas:
como todo parece valer lo mismo, el creci-
miento de la desinformación y de las fake
news en los flujos comunicativos, unido al
auge de los populismos, puede tener im-
portantes efectos en la salud de las demo-
cracias. Manifiestan además que, en el in-
forme de la consultora Gartner, “Gartner top
strategic predictions for 2018 and beyond”,
se afirmaba que en el 2022 el público oc-
cidental consumirá más noticias falsas que
verdaderas y, de un modo algo catastrofista,
sostiene que no habrá suficiente capacidad
ni material ni tecnológica para eliminarlas.
El vehículo principal de diseminación de no-
ticias falsas no son los sitios web generados
por grupos de interés sino la difusión que se
hace de sus contenidos a través de la virali-
zación en redes sociales, especialmente en
torno a eventos puntuales de gran trascen-
dencia social y política. (p. 17)
En este sentido, González Pascual, (2017)
manifiesta, que el auge de las noticias fal-
sas y la proliferación de narrativas mani-
puladas, transmitidas tanto por humanos
como por robots a través de Internet, son un
desafío para cualquier editor, plataforma de
información y Estado democrático. En este
ORTEGA ARCOS, W. E., SILVA TORRES, N. G., & CRUZ CEPEDA, D. F.