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RECIMUNDO VOL. 7 N°1 (2023)
Introducción
La Medicina Intensiva es uno de los pilares
de los sistemas de salud modernos, esti-
mándose que 1 de cada 5 americanos mue-
re usando los servicios de UCI y que para
el año 2030 el requerimiento para personas
mayores de 65 años se duplicará en compa-
ración con el actual. El incremento de camas
en UCI del 6.5%, con aumento de ocupación
del 4.5% e incremento del costo por día del
30.4% se reveló en estudio retrospectivo en-
tre años 2000 y 2005 en EEUU. En otro es-
tudio se estima, así mismo, que cerca del
50% de la población de Estados Unidos será
atendido en una UCI en algún momento de
su vida o fallecerá dentro de ella, con un con-
sumo entre el 0.5 y el 1% de producto bruto
interno del país (Alva Peralta et al., 2019).
Los Cuidados Intensivos han evolucionado
partiendo de la evidencia de que los pacien-
tes con enfermedad o daño agudo que pone
en peligro la vida pueden ser mejor tratados
si se concentran en áreas específicas del
hospital. En base a todo lo anteriormente ex-
puesto, las UCIs se han erigido como unas
unidades relativamente autónomas dentro
del hospital en las que trabajan un gran nú-
mero de profesionales y en las que el abor-
daje terapéutico es multidisciplinar, con la
participación de especialistas hospitalarios
diversos que colaboran conjuntamente en el
tratamiento para mejorar los resultados. De-
bido a todas estas peculiaridades estas uni-
dades adquieren unas características pro-
pias que las diferencia de otras dentro del
propio hospital. Los recursos humanos son
mayores y los cuidados y recursos materia-
les y técnicos también son, necesariamente,
mayores (Holanda Peña, 2015).
En el área de los cuidados críticos la cultu-
ra de seguridad es aún más vital, ya que la
aparición de eventos adversos se ve facili-
tada por la complejidad de estas unidades.
Por ejemplo, en 2009 el informe de seguri-
dad y riesgo en el enfermo crítico (SYREC)
describía la aparición de 1424 incidentes
en 591 pacientes, y un tercio de los mismos
VERA ENRIQUEZ, R. S., VERA VILLÓN, J. V., COTES RODRÍGUEZ, J. M., & BRITO GUADALUPE, W. X.
habían producido algún daño. Los eventos
adversos (EAs) más frecuentes fueron de
medicación (24.58%), seguidos de apara-
tos (15,38%), Cuidados (14,54%), accesos
vasculares y sondas (10,39%), vía aérea y
ventilación mecánica (10,11%) e Infección
Nosocomial (8,15%) como los más frecuen-
tes. Todos ellos son susceptibles de dismi-
nuir con la debida vigilancia y medidas de
prevención, aspectos que se pueden ver
reforzados con la concienciación de los
profesionales (Castilla et al., 2019).
El objetivo principal de las mismas ha sido,
tradicionalmente, la prevención de la mor-
talidad, por lo que numerosos profesionales
sanitarios e investigadores vienen emplean-
do, exclusivamente, indicadores que miden
el éxito con respecto al paciente (indica-
dores de resultado). Sin embargo, centrar-
se solo en este aspecto tiene importantes
limitaciones. En este sentido, no debemos
olvidar el carácter multifactorial de la cali-
dad de una UCI y, por tanto, la necesidad
de considerar otros indicadores que midan
lo que se hace o deja de hacerse, tanto en
el ámbito clínico como en otros aspectos
asistenciales (indicadores de proceso), así
como la existencia o ausencia de medios
para facilitar la atención al usuario (indica-
dores de estructura) (Garrido, 2014).
El Instituto de Medicina de Estados Unidos
define la calidad de la asistencia sanitaria
como aquélla que es segura, adecuada,
efectiva, eficiente, sigue los principios de
justicia y está centrada en el enfermo. Uno
de los sistemas básicos de trabajo en eva-
luación y mejora de la calidad asistencial
lo constituyen los “sistemas de monitoriza-
ción”. Éstos permiten medir y evaluar, de
forma periódica y planificada, aspectos re-
levantes de la asistencia mediante el uso de
indicadores de calidad, que conforman la
unidad básica de un sistema de monitoriza-
ción. Los indicadores de calidad son instru-
mentos de medida que indican la presencia
de un fenómeno o suceso y su intensidad.
Deben ser medibles, objetivos, aceptables,
relevantes y basados en la evidencia. La fi-