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RECIMUNDO VOL. 7 N°4 (2023)
• Experto: El Licenciado en enfermería
experto tiene la capacidad para reco-
nocer patrones de respuesta a partir de
su sólida formación, no toman decisio-
nes basadas en principios o reglas esta-
blecidas de manera exclusiva. Su gran
experiencia les permite planificar actua-
ciones centradas en los aspectos más
relevantes del problema. Su máxima
meta es satisfacer los problemas reales
y potenciales, así como las necesidades
del paciente (Andrade & Díaz, 2020).
Participación enfermera en la toma de de-
cisiones
En el momento en que la enfermedad de un
paciente ingresado en una UCI entra en una
etapa de irreversibilidad y no hay expectati-
vas de mejora del estado de salud se origi-
na el proceso de toma de decisiones, entre
ellas la de adecuar el esfuerzo terapéutico.
Lo ideal sería que el propio paciente toma-
ra la decisión, pero su situación de salud
crítica suele impedirle hacer uso del princi-
pio de autonomía y de ser independiente a
la hora de tomar decisiones. Cuando esto
ocurre, si el paciente no ha dejado escrito
su documento de voluntades anticipadas,
lo recomendable es llevar a cabo una deci-
sión compartida entre el equipo de atención
y la familia, teniendo siempre en cuenta las
preferencias, deseos y creencias del pa-
ciente. Sin embargo, a pesar de que todos
los autores insisten en que la decisión de
adecuar el esfuerzo terapéutico debe to-
marse por consenso, los estudios analiza-
dos indican que la participación enfermera
en la toma de decisiones al final de la vida
es insuficiente, incluso “invisible” (Cilla In-
txaurraga & Martínez Martín, 2018).
Por otra parte, son las propias enfermeras
quienes perciben que no se las tiene en
cuenta en la toma de decisiones, a pesar
de ser ellas quienes se encargan de llevar a
cabo las medidas que determinan el nuevo
enfoque terapéutico y que en ocasiones las
realizan en contra de su voluntad6. Además,
cabe destacar la diferencia existente entre
las perspectivas que adoptan los médicos
y las enfermeras frente a la adecuación del
esfuerzo terapéutico, dada su distinta res-
ponsabilidad profesional: los médicos son
responsables del diagnóstico y el plan de
tratamiento, y las enfermeras se focalizan
en la operacionalización. Algunos autores
indican que esta decisión suele verse retra-
sada por parte del equipo médico, lo que
es apreciado por las enfermeras como un
obstáculo para ejecutar de forma apropia-
da la adecuación del esfuerzo terapéutico
(Cilla Intxaurraga & Martínez Martín, 2018).
Formación permanente
La formación permanente es un acto pro-
fesional individual en que la persona es-
coge voluntariamente como característica
que le defina el hecho de actualizar sus
conocimientos, adquiriéndolos de diversas
formas, leyendo, experimentando, investi-
gando, compartiendo, mediante los progra-
mas de formación continuada de su lugar
de trabajo, o realizada de forma autónoma.
La formación continuada (especialmente la
desarrollada en los centros) pretende ayu-
dar a desarrollar las competencias profesio-
nales para llevar a término de forma eficaz
las funciones propias del puesto de trabajo
contribuyendo, de esta manera, a conse-
guir los objetivos organizativos y estratégi-
cos, así como la mejora en el servicio de
atención al paciente (Vázquez Guillamet et
al., 2014).
La clase magistral basada en el rol de pro-
fesor, la pasividad de los participantes y la
memorización de contenidos ha dado paso
a estrategias activas orientadas a adquirir y
entrenar competencias; entre estas desta-
can el “aprendizaje basado en problemas”
(ABP) y la “simulación”. Las claves de este
cambio se basan en su gran potencial para
entrenar el pensamiento crítico y reflexivo,
junto con habilidades y actitudes. Estos
métodos de aprendizaje requieren: a) iden-
tificar las necesidades de formación enfer-
mera en las UCI; b) identificar las compe-
tencias que dichas necesidades conllevan;
BAQUE LÓPEZ, V. L., ALVARADO ALVARADO, G. B., QUIMIS SOLEDISPA, T. R., & TÓALA RENGIFO, O. W.