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RECIMUNDO VOL. 8 N°2 (2024)
mosquito Aedes aegypti, el principal vec-
tor, es raro por encima de los 1,000 metros
sobre el nivel del mar debido a las bajas
temperaturas. Sus etapas inmaduras se
encuentran en hábitats con agua, principal-
mente en recipientes artificiales cercanos a
viviendas humanas (4).
Factores de riesgo individuales determinan
la gravedad de la enfermedad, incluyendo
infecciones secundarias, edad, raza y enfer-
medades crónicas como el asma bronquial,
anemia de células falciformes y diabetes me-
llitus. Los niños pequeños, en particular, es-
tán en mayor riesgo de choque por dengue
debido a su menor capacidad para compen-
sar la extravasación de plasma capilar (4).
La detección del antígeno NS1 y la viremia
son esenciales para el diagnóstico, espe-
cialmente durante la fase aguda de la enfer-
medad. Altos niveles de estos marcadores
están asociados con presentaciones clíni-
cas más graves. La transmisión del dengue
también puede ocurrir durante el embarazo
y a través de transfusiones sanguíneas (4)
Durante el embarazo, el dengue se ha rela-
cionado con el parto prematuro y el bajo peso
al nacer, especialmente cuando la enferme-
dad es sintomática o grave en la madre. En
la etapa neonatal, el dengue ha sido poco
estudiado, con pocos casos reportados y
series pequeñas, tanto por transmisión ver-
tical confirmada o probable como por trans-
misión vectorial. Se desconoce la fisiopatolo-
gía de la enfermedad en los recién nacidos
y si esta es más grave que en los adultos. En
áreas endémicas y en situaciones de epide-
mia, siempre debe considerarse el dengue
en neonatos. Además, es necesario desarro-
llar modelos de actuación y guías de prácti-
ca clínica para este grupo de pacientes (3).
Fisiopatología del Dengue
Fiebre del dengue o dengue clásico
Las manifestaciones más comunes del virus
del dengue son la infección asintomática y la
fiebre indiferenciada, representando el 50%-
80% de los casos. La enfermedad tiene un
período de incubación de dos a siete días y
se caracteriza por el inicio repentino de fie-
bre alta, escalofríos, y mialgias intensas, lo
que lleva al apodo de "fiebre quebrantahue-
sos". Los pacientes pueden experimentar ar-
tralgias sin artritis detectable, anorexia, náu-
seas, vómitos, cefalea intensa acompañada
de fotofobia y dolor retroorbitario (5).
Los signos físicos son mínimos y suelen li-
mitarse a la inyección conjuntival y el dolor
a la palpación de los músculos o del epi-
gastrio. Los síntomas suelen durar de dos
a cinco días, con una evolución bifásica en
algunos casos. La enfermedad varía desde
formas subclínicas hasta aquellas que cau-
san incapacidad transitoria. Otros hallazgos
menos comunes incluyen un exantema ma-
culopapuloso y epistaxis, que no necesa-
riamente indican una diátesis hemorrágica.
En raros casos, se ha reportado meningitis
aséptica. Aunque algunos pacientes pue-
den presentar faringitis o signos radiológi-
cos de infiltrados pulmonares, estos virus no
son patógenos respiratorios importantes. El
diagnóstico diferencial incluye leptospirosis
anictérica, rickettsiosis y los primeros esta-
dios de otros síndromes febriles en general.
La enfermedad generalmente termina con
una recuperación completa, aunque se han
descrito casos de astenia y otros síntomas
inespecíficos persistentes (5).
Dengue hemorrágico
Este tipo se presenta con fiebre del dengue
y una tendencia hemorrágica, evidenciada
por cualquiera de los siguientes: a) prue-
ba de torniquete positiva, b) petequias, c)
equimosis, d) sangrados en las mucosas, e)
hematemesis o melena, f) trombocitopenia
igual o menor a 100,000 unidades por micro-
litro, y g) evidencia de escape de plasma de-
bido al aumento de la permeabilidad capilar,
identificado por estudios laboratoriales o de
imagen (derrame pleural o ascitis)(5).
El dengue hemorrágico es la manifestación
más severa de la infección por el flavivirus
del dengue, donde las células del sistema
MANEJO DEL DENGUE EN PEDIATRÍA. IMPLICACIONES PARA LA SALUD PÚBLICA Y ESTRATEGIAS DE
CONTROL