Nancy Azucena Sorroza Rojas a ; Jean Pool Jinez Sorroza b ; Jesús Eliecer Rodríguez
Villacis c ; Washington Antonio Caraguay Ambuludi d ; Marcos Vinicio Sotomayor
Sánchez e
Las Tic y la resistencia al cambio en la Educación Superior
Revista Científica Mundo de la Investigación y el Conocimiento.
Vol. 2 núm., 2, mayo,
ISSN: 2588-073X, 2018, pp. 477-495
DOI:10.26820/recimundo/2.(2).2018.477-495
Editorial Saberes del Conocimiento
Recibido: 05/12/2017
Aceptado: 15/02/2018
a. Universidad Espirito Santo; nancysorroza@uees.edu.ec
b. Universidad Espirito Santo; jjimenez@uees.edu.ec
c. Universidad Espirito Santo; jesusrodriguez@uees-edu.ec
d. Universidad Espirito Santo; wcaraguay@uees.edu.ec
e. Universidad Espirito Santo; mvinicio@uees.edu.ec
RESUMEN
El presente trabajo tiene como propósito reflexionar acerca de la incidencia de la resistencia al
cambio en como obstáculo para que sea implantada exitosamente las TIC en la educación
superior. Se explora diferentes concepciones acerca del cambio social en sus múltiples
dimensiones (macro, meso y micro) partiendo de la premisa teórica de que la resistencia al
cambio es parte del propio cambio en unidad dialéctica. Seguidamente se explora algunas de las
teorías relevantes acerca del fenómeno de la resistencia al cambio, igualmente en su
multidimensionalidad, para con ello revisar algunas investigaciones empíricas en el sector
universitario de países latinoamericanos, para finalmente concluir de que la resistencia al cambio
respecto a las TIC se evidencia fuertemente en sus docentes y estudiantes, pero también en la
organización universitaria que no se ha comprometido a dar el impulso de los cambios
organizacionales y culturales necesarios para que de manera significativa impacte las nuevas TIC
en la formación de los ciudadanos, técnicos y profesionales que la sociedad del conocimiento
está demandando.
Palabras clave:Cambio, resistencia al cambio, TIC, educación superior.
ABSTRACT
The purpose of this paper is to reflect on the incidence of resistance to change as an obstacle to
successful implementation of ICT in higher education. It explores different conceptions of social
change in its multiple dimensions (macro, meso and micro) based on the theoretical premise that
resistance to change is part of the change itself in dialectical unity. Then we explore some of the
relevant theories about the phenomenon of resistance to change, also in its multidimensionality,
to review some empirical research in the university sector of Latin American countries, to finally
conclude that the resistance to change regarding ICT it is strongly evidenced in its teachers and
students, but also in the university organization that has not committed to give the impetus of the
organizational and cultural changes necessary for it to significantly impact the new ICT in the
training of citizens, technicians and professionals that the knowledge society is demanding.
Key words: Change, resistance to change, ICT, higher education.
Introducción
El presente trabajo parte de la constatación vivencial de que los docentes universitarios,
aun a finales de la segunda década del siglo XXI se resisten, en general al uso de las
herramientas desarrolladas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en los
procesos de enseñanza aprendizaje.
Tan es así que en cursos de postgrado, e incluso doctorado, en los cuales han sido
habilitadas plataformas Moodle de enseñanza aprendizaje en ambiente virtual, su uso tiende a ser
realizado por una muy pequeña minoría, mientras que los muchos sólo se atreven al uso de
correos electrónicos.
Tal situación por cierto no es nueva. Cuando en los desarrollos tecnológicos de la
escritura mecanizada se daba el paso de la escritura en máquinas de escribir mecánicas, no pocas
secretarias se negaban a dar el paso hacia la utilización de las máquinas eléctricas y mucho
menos la de las electrónicas.
Situación similar encontramos con el uso de los paquetes de ofimática. Aquellos que se
han posicionado con mayor fuerza son aquellos vinculados a Microsoft en tanto software
propietario, especialmente y en sus utilidades más simples, el procesador de palabras (Word), el
manejador de bases de datos (Excel) y el programa para presentaciones (PowerPoint). ..Mientras
que las iniciativas de software libre, con la pretensión de liberar la dependencia del conocimiento
y la utilidad respecto al software propietario, no encuentra acogida en el personal de las
organizaciones, incluso en la administración pública y las universidades en las que se han
adelantado normativas para su implantación.
No obstante las ventajas del software libre,
específicamente su resistencia a ser corrompidos por virus informáticos y a ser hackeados, su uso
es evidentemente minoritario.
Son estas constataciones empíricas de un fenómeno sumamente extendido que es
conocido como resistencia al cambio, con su expresión específica denominada resistencia
tecnológica.
En el desarrollo del artículo, se explora diferentes concepciones acerca del cambio social
en sus múltiples dimensiones (macro, meso y micro) partiendo de la premisa teórica de que la
resistencia al cambio es parte del propio cambio en unidad dialéctica. Seguidamente se rastrea
algunas de las teorías relevantes acerca del fenómeno de la resistencia al cambio, igualmente en
su multidimensionalidad, para con ello revisar algunas investigaciones empíricas en el sector
universitario de países latinoamericanos, para finalmente concluir de que la resistencia al cambio
respecto a las TIC se evidencia fuertemente en sus docentes y estudiantes, pero también en la
organización universitaria que no se ha comprometido a dar el impulso de los cambios
organizacionales y culturales necesarios para que de manera significativa impacte las nuevas TIC
en la formación de los ciudadanos, técnicos y profesionales que la sociedad del conocimiento
está demandando.
Cambio y resistencia al cambio:
Al intentar explicar en qué consiste el cambio (en un nivel macro), en específico el
cambio social Guiddens (1998, p. 656) lo refiere como “alteraciones en la estructura subyacente
de un objeto o de una situación durante un período de tiempo”, mientras que Macionis &
Plummer (1999) lo refiere como “transformación de la cultura y de las instituciones sociales a lo
largo del tiempo” (p. 640) el cual generalmente sería producido por la invención, el
descubrimiento o la difusión, y el conflicto social. En general en sociología tiende a aceptarse
como referente fundamental de la noción de cambio social la proveniente del pensamiento
dialéctico de Heráclito, quien habría planteado que lo único permanente en el universo es el
cambio, por tanto la condición normal es la constante transformación de todo. Para su
explicación y a manera de premisa se tienen las principales leyes de la dialéctica: la ley de la
unidad de contrarios o ley de las contradicciones y la ley del salto de lo cuantitativo a lo
cualitativo. En la primera de ellas se asume que todo ente en el universo está constituido por la
unidad contradictoria de aspectos o fuerzas internas, que se enfrentan permanentemente entre sí
quedando una de ellas latente y la otra manifiesta; tal contradicción sería la fuente fundamental
que impulsa el cambio, el cual se explica mediante la otra de las leyes, que lo describe como de
permanente crecimiento (transformaciones incrementales) que se acumulan hasta su saturación,
generándose las condiciones para que se produzcan saltos cualitativos o transformaciones
radicales.
El evolucionismo, que se encuentra explícito o implícito en gran parte de las teorías
sociológicas y antropológicas, nos describe el cambio, y dentro de él el cambio cultural, como un
proceso contínuo de variación desde estadios muy simples por estadios cada vez más complejos
y diferenciados. Una expresión más concreta de esta mirada evolucionista se encuentra en las
teorías de la modernización, el progreso y el desarrollo.
En el ámbito meso social nos encontramos con definiciones del cambio específicamente
en los colectivos humanos, con especial énfasis en las organizaciones, entendido como cambio
organizacional. Es allí donde se ha posicionado la teoría o modelo de cambio organizacional de
Kurt Lewin, citado por Palazón (2016), quien desde una propuesta de cambio planificado
diseñado bajo la disciplina de la Psicología social, “considera el cambio de comportamientos
como el resultado de un conjunto de fuerzas dentro de un sistema”, de las cuales algunas
impulsan el cambio y otras la resistencia a este, produciéndose estados de equilibrio de fuerzas
(dinámica de grupos/zona de confort) cuya ruptura a favor del cambio se produce al aumentarse
la magnitud de la presión positiva y se disminuye la magnitud de aquella que lo obstaculiza. En
tal contexto, se entendería el cambio como “introducir la nueva forma de trabajar, para crear esa
cultura, nuevas pautas, nuevos comportamientos, interiorizar nuevas pautas”.
Luego de revisar múltiples concepciones y teorías acerca del cambio organizacional,
Acosta (2002) termina asumiendo el enfoque de sistemas de Katz y Kahn (1983), según el cual
las organizaciones cambian internamente, se transforman en correspondencia con los constantes
cambios ambientales que las constriñen, generalmente vinculados con los cambios de carácter
tecnológico: “el cambio organizacional corresponde a la respuesta que normalmente deben dar
las organizaciones a aquellos ciclos de desarrollo que tiene el entorno” (Acosta , 2002, p. 13),
visto con mirada evolucionista, donde aquellas organizaciones que no se adecúen tenderán a no
sobrevivir en el tiempo, en el marco de la necesaria competencia con otras organizaciones, en
una especie de “oposición de contrarios” con respecto a las demás organizaciones y con respecto
al entorno. Así, Acosta (2002) termina definiendo el cambio organizacional como: el conjunto de
transformaciones que se realizan en las distintas dimensiones de las organizaciones, es producido
tanto por fuerzas naturales como impulsado por la voluntad de quienes las crean y las impulsan”
(p. 14). De lo que se extrae coincidencias con los anteriores enfoques mencionados, pero destaca
la coincidencia con Lewin al ubicar el cambio organizacional en el terreno del campo de fuerzas
enfrentadas, es decir visión dialéctica, en la cual se identifican la fuerza o poder de la dirección
organizacional que pretende darle orientación y direccionalidad a los cambios, la velocidad
permitida por la inercia, lo que significaría que “aunque las directivas tengan el suficiente poder
para instaurar los cambios existirán fuerzas que opondrán un nivel de resistencia directamente
proporcional al poder de influencia que tengan sobre los grupos internos.” (p. 15)
Dado que se ha identificado el papel central de la tecnología en el terreno del cambio,
tanto social como organizacional, e incluso a nivel micro social, destacamos el enfoque “neo-
shumpetereano” propuesto por Pérez (2010) en su disertación acerca del cambio técnico en su
interacción con el contexto histórico. En este sentido, la autora coloca la innovación en el centro
de los procesos de transformación tecno productivos que, en formas de ondas, se inician con la
invención o creación científico técnica (lo técnicamente posible), para pasar por el filtro de la
lógica económica (rentabilidad) que determina la posibilidad de que lo inventado se convierta en
producto que vaya a los espacios de intercambio (lo económicamente viable) y que al expandirse
e incidir en las prácticas y el sentido común (lo socialmente aceptable), terminan traduciéndose
en cambios socio institucionales.
Shellemberg (1985) citado por Acosta (2002) describe con especial fluidez y
especialización la propuesta de Lewin que explica el cambio grupal en su relación con el cambio
individual. Tal cambio se produce en medio de tensiones entre las fuerzas propias del individuo,
derivadas de sus necesidades individuales, y las que llama fuerzas inducidas provenientes del
ambiente. De allí que tal modelo, que es el de mayor reconocimiento por la psicología social, el
cambio individual estará en relación directa con el nivel de cohesión del grupo u organización,
en cuyo alto nivel las metas individuales tenderán a no diferenciarse de las metas grupales, lo
que facilitaría el mayor grado de facilidad de inducir cambios desde lo grupal y no desde lo
individual.
Todo parece indicar que es más sencillo cambiar a los individuos integrados en un grupo
que cambiar a cualquiera de ellos por separado. En tanto que los valores de grupo permanecen
inalterables, el individuo se resistirá al cambio con más fuerza a medida que la distancia de los
estándares de grupo sea mayor. Si se cambia el propio estándar del grupo, se elimina la
resistencia debida a la relación entre el individuo y el grupo (Acosta, 2002, p. 86)
La resistencia al cambio:
De acuerdo a lo compartido por García y Rangel (2001), citando a Salinas (1975), la
resistencia al cambio sería:
El conjunto de reacciones disímiles por parte de los diferentes miembros de un mismo
grupo que realizan de forma consciente e inconsciente, producto de una evaluación por parte de
los mismos acerca de los efectos que cualquier reforma pueda tener sobre sus conveniencias
personales (p. 74)
Se trata entonces de reacciones naturales, pues la resistencia es dialécticamente parte
misma del proceso de cambio. Tales reacciones son entendidas como fuerzas que se oponen al
avance de los cambios y transformaciones, y que generan equilibrios organizacionales en la
búsqueda del mantenimiento de cierta estabilidad y en algunos casos de retorno a situaciones
anteriores. Individuos y organizaciones se resisten al cambio lo cual obstaculiza la adaptación y
el progreso.
Las fuentes o factores de la resistencia al cambio pueden ser de carácter individual u
organizacional, según lo establece Robbins (1999). Los primeros se vinculan a las percepciones,
personalidades y necesidades básicas individuales, tal como la necesidad de seguridad planteada
en la jerarquía de las necesidades propuesta por Abrahan Maslow. Así mismo, se desprende tal
resistencia individual a los hábitos, los temores a lo desconocido, la sensación de amenaza e
inseguridad, el procesamiento selectivo de la información. Los segundos se desprenden de la
naturaleza intrínsecamente conservadora de las propias organizaciones, expresado en: “inercia
estructural, enfoque limitado del cambio, inercia al grupo, amenaza a la habilidad, amenaza a las
relaciones ya establecidas de poder y amenaza a las asignaciones de recursos ya establecidas”
(García y Rangel, 2001, p. 75)
Identifica Domínguez (2013), citando a Kurt Lewin (1951), la clasificación de la
resistencia en cuatro tipos:
• Abierta: aquella que tiene carácter franco y frontal.
• Implícita: aquella que no se manifiesta directamente
• Inmediata: la que se muestra como reacción de muy corto plazo.
• Diferida: aquella que se proyecta hacia el futuro
En este orden de ideas la Organización Mundial del Movimiento Scout Región
Interamericana (S/F) citan a Kreitner y Kichini con su propuesta de contínuo de resistencia al
cambio, en la cual identifica las situaciones extremas con sus respectivas facetas intermedias.
Las situaciones extremas serían por un lado como máxima expresión de resistencia al cambio el
sabotaje deliberado como parte de la resistencia activa hasta el extremo opuesto en la faceta de la
aceptación con el entusiasmo manifiesto. “El continuo muestra que la resistencia puede ser tan
sutil como la resignación pasiva y tan patente como un sabotaje deliberado” (p. 5)
Mientras que, por su parte Pérez (2010) apunta que:
El proceso de incorporación de los modelos tecnológicos y organizacionales más
efectivos en las instituciones públicas ha sido lento y dista de estar plenamente establecido. Esto
no debe sorprender. La inercia organizativa es un fenómeno humano y social de resistencia al
cambio bien conocido. (...)Históricamente, entonces, éstas han estado considerablemente
rezagadas (típicamente por 20 a 30 años) y sólo han imitado los principios paradigmáticos
desarrollados en las empresas cuando se han visto forzadas a responder a las presiones políticas
que exigen efectividad. (...)La fuerte resistencia resultante requiere mecanismos aún más fuertes
para inducir el cambio. Es la generación más joven, la que nunca aprendió las prácticas del
paradigma anterior, la que adopta y aplica los nuevos principios más naturalmente. (p. 15/16).
La resistencia al cambio en la educación superior y las TIC
Las diferentes manifestaciones de resistencia al cambio que teóricamente se han descrito,
en sus clasificaciones y formas han sido de alguna manera identificados en estudios empíricos en
diferentes países latinoamericanos.
Por ejemplo, Ríos y González (2016) reseñan su
investigación cuyo objeto fue estudiar desde una metodología cualitativa, de Historias de Vida,
la resistencia a las TIC por parte de los docentes de una universidad colombiana. Luego de
analizar los datos recopilados en las entrevistas a profundidad realizadas a docentes de dicha
universidad emergieron del desvelamiento de sus discursos una serie de categorías, a saber:
Resistencia, desidia, incertidumbre, temor y confort. La primera en emerger fue la incertidumbre
acompañada de fatiga respecto a las actividades cotidianas en el aula de clase y en su interacción
con los estudiantes. Mientras que se denota que el sistema simbólico de los docentes queda
confrontado en el proceso de enseñanza aprendizaje con el de los jóvenes, para quienes las TIC
serían parte naturalizada de su vida.
Así sucesivamente fueron emergiendo las mentadas
categorías, hasta que surgió una que marca seriamente la resistencia al cambio individual como
lo es el estilo de vida o zona de confort, entendiendo que
La zona en la que se asumen comportamientos, conocimientos, rutinas, habilidades,
actitudes, reacciones, hábitos y vivencias. Todo aquello conocido y a lo que se está
acostumbrado, pero es claro que para todas las personas este estado no necesariamente significa
agrado; es posible pensar que este tipo de estado solo puede generar tranquilidad, pues es el
espacio que se conoce, que se vivencia, donde se moviliza la persona.
Es decir, la expresión
individual más patente de la resistencia al cambio.
Otra investigación empírica se realizó en la Universidad Autónoma de Nuevo León
(UANL) en México, quienes describen a profundidad la problemática de la resistencia al cambio
tecnológico en una universidad mexicana, a partir del estudio de tres actores fundamentales, dos
de carácter individual ( docentes y estudiantes) y otro de carácter colectivo como lo es el sistema
educativo, obteniendo como conclusión que los docentes y estudiantes manifestaban diferentes
expresiones de resistencia al cambio tecnológico, a saber: “para el estudiante: su incapacidad de
ver a la tecnología como una herramienta para aprehender sino solo para divertirse; para el
maestro el ver la tecnología como un instrumento de terror que lo saque de su zona de confort”
(Iglesias & Ávila, 2012, p.6)
Mientras que el reclamo para “el sistema educativo: centrar su actuar en actividades
burocráticas y no en lograr superar o resolver las disposiciones que impidan la Enseñanza y/o el
Aprendizaje del estudiante. (Iglesias & Ávila, 2012, p.6)
Otra investigación, en la búsqueda de determinar la percepción, uso y apropiación de los
docentes universitarios del nivel pregrado respecto a las TIC, destacan entre el logro de sus
indagaciones el determinar: la minusvalía en que se perciben los docentes comparándose con sus
alumnos en cuanto al manejo de las nuevas TIC, que su aplicación implica la inversión de mayor
cantidad de tiempo en preparación de clases, los docentes subutilizan las herramientas
informáticas tendiendo a dar sólo uso a las herramientas ofimáticas: “presentación de videos para
ejemplificar el tema de estudio, la presentación de contenidos en Power point” (Salazar, 2011, p.
47), cerca del 50% de los docentes se consideran a sí mismos como rezagados en su
incorporación al manejo de las nuevas TIC, mientras que sólo un 25%, generalmente los más
jóvenes, podrían considerarse pioneros y son quienes hacen mejor apropiación de las tecnologías.
La universidad no ha adecuado los procesos para que los docentes perciban que vale la pena la
incorporación de las TIC en su dinámica regular de enseñanza aprendizaje, las plataformas de
educación a distancia mediadas por TIC no son tan populares ni entre los docentes ni entre los
estudiantes, quienes prefieren el uso de las redes sociales si requieren publicar contenidos.
Finalmente, reseñamos una investigación realizada en Venezuela, cuyo propósito fue establecer
las necesidades de formación docente para la exitosa incorporación de las TICs en la enseñanza
universitaria. En este sentido, entre otras cosas destaca que estudios a nivel internacional
evidenciarían el atraso de los docentes en el empleo de las nuevas TIC en comparación con otros
ámbitos de la vida social. Así mismo, se subraya que los docentes valoran positivamente el uso
de las TIC por los estudiantes, no así para ellos mismos, dado que no percibirían las ventajas a
sus prácticas. Reseña adicionalmente la identificación de factores que incidirían en la renuencia
del docente al uso de TIC en el aula, específicamente: “la inadecuada formación y capacitación
del educador en el manejo de los recursos tecnológicos, las políticas educativas laxas en el área,
las inseguridades o los miedos de los usuarios asociado al fenómeno denominado “tecnofobia””.
(Amaya & Amaya, 2010, p.p. 254). Destaca entre las conclusiones la identificación de nudos
problemáticos más vinculado a la universidad como organización que a los docentes en tanto
agentes individuales que reflejan sus propias resistencias al cambio. Siendo así enfatiza la
investigación en que la incorporación plena de las TIC a los procesos de enseñanza universitaria:
Debe estar apoyada en un proyecto educativo que contemple las concepciones pedagógicas en
las que el docente sustentará su práctica y abarcar tanto una representación del marco de trabajo
escolar más inmediato, en el que la utilización didáctica de las TIC llegan a adquirir unos
significados diferentes a los que tiene la interacción didáctica sin ellos, como una visión global
que rediseñe las reglas del juego de la sociedad en su interacción con tales medios (Amaya
&Amaya, 2010, p. 258)
Conclusión.
A manera de conclusión podemos afirmar que:
1. Existe evidencia de resistencia al cambio tanto de los docentes como individuos como de
la universidad como organización.
2. Las TIC avanzan en su desarrollo (innovación) a una velocidad muy superior a la que son
asimiladas por las organizaciones de educación universitaria así como por sus docentes.
De manera tal que no se puede decir que haya impactado en tanto cambio socio
institucional con la suficiente fuerza en la educación superior, manteniéndose las
plataformas educativas basadas en TIC en un plano muy rezagado en comparación con la
enseñanza tradicional.
3. Se evidencia resistencia al cambio respecto a las TIC en cada una de las facetas, factores
y formas identificadas por la teoría, tanto en el plano individual de los docentes
universitarios como en el plano organizacional de la universidad.
4. No se observa en el liderazgo de la educación superior un compromiso con el impulso de
los cambios organizacionales y culturales necesarios para que de manera significativa
impacte las nuevas TIC en la formación de los ciudadanos, técnicos y profesionales que
la sociedad del conocimiento está demandando.
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