Joao Andrés
Rodríguez Molina
a; Pedro Javier Chong Cevallos b; Julio César Tixe
Peralta
c; Rogelio Andrés Leyton Acuña d
Tratamiento conservador del esguince de tobillo
Conservative treatment
of ankle sprain
Revista Científica
Mundo de la Investigación
y el Conocimiento.
Vol. 3 núm.3. Esp., noviembre,
ISSN: 2588-073X, 2019, pp. 421-437
DOI: 10.26820/recimundo/3.(3.Esp).noviembre.2019.421-437
URL: http://recimundo.com/index.php/es/article/view/608
Código UNESCO: 3205 Medicina Interna
Tipo de Investigación: Artículo
de Revisión
© RECIMUNDO; Editorial
Saberes
del Conocimiento,
2019
Recibido: 15/09/2019 Aceptado: 23/10/2019 Publicado: 30/11/2019
Correspondencia: joao.andrés.rod@gmail.com
a. Médico; Investigador Independiente; Guayaquil, Ecuador;
joao.andrés.rod@gmail.com b. Médico; Investigador Independiente; Guayaquil, Ecuador; pedrochongc@gmail.com
c. Médico; Investigador Independiente; Guayaquil, Ecuador;
julianotixe@hotmail.com
d. Médico; Fundación Academia
Internacional de Ciencias Empresariales; Investigador Independiente; Guayaquil, Ecuador;
RESUMEN
El esguince de
tobillo es una de las lesiones ortopédicas más comunes para la vida diaria de
personas sean deportistas o no. Normalmente
el
diagnóstico es subestimado por el mismo lesionado sin considerar que
las lesiones en los ligamentos producen inestabilidad en la postura siempre que no se haga el correcto tratamiento de la lesión.
Cuando se hace evidente una
afección física, el paciente siempre espera el “mejor escenario” para el tratamiento y
consecutiva
recuperación. Esta esperanza es confundida
con la posibilidad
de acceder al “tratamiento conservador”, pero ¿de qué se trata el mismo? En el presente trabajo se pretende encarar esta
idea “no invasiva” y sus reales implicaciones en el tratamiento de esguince de tobillo a través de una revisión bibliográfica selectiva
de la literatura académica
disponible al respecto. Se
ha encontrado que el tratamiento siempre
será conservador cuando el diagnóstico es el adecuado. Independientemente de que
las lesiones más graves requieran de
una intervención quirúrgica está
visto que alternativas como las fisioterapias, la inmovilización temprana siempre serán parte del
plan médico para la
recuperación del paciente preventivamente para evitar la cirugía o precisamente para recuperarse de ella.
Palabras
Claves: Esguince; Tobillo;
Tratamiento; Conservador; Cirugía.
ABSTRACT
Sprained ankle is one of the most common orthopedic injuries for the daily life of people, whether they are athletes or not. Normally
the
diagnosis is underestimated by the injured person without considering that ligament injuries produce instability
in the posture provided that the correct treatment of the lesion is
not made. When
a physical condition becomes evident,
the patient always expects the "best scenario" for treatment and consecutive recovery. This hope is
confused with the possibility of accessing “conservative treatment”, but what is it about? In the present work, we intend to address this “non-invasive” idea and its real implications in
the treatment of ankle sprain through a selective
bibliographic review
of the
available academic
literature. The treatment will always be conservative when the diagnosis is appropriate.
Regardless of whether the most serious injuries require
surgical intervention, it is seen that alternatives such as physiotherapy, early
immobilization will always be part of the medical plan
for the recovery of
the patient preventively to avoid
surgery or precisely to recover from it.
Keywords:
Sprain; Ankle; Treatment; Conservative; surgery.
Introducción.
El esguince de tobillo es una
de las lesiones ortopédicas más comunes para
la vida diaria de personas sean deportistas o no. Normalmente el diagnóstico
es
subestimado por el mismo
lesionado sin considerar que
las lesiones en los ligamentos producen inestabilidad
en
la postura siempre que no se
haga el
correcto tratamiento de la lesión.
Cuando se hace evidente una afección física, el paciente
siempre
espera el “mejor
escenario” para el tratamiento y consecutiva recuperación. Esta esperanza es confundida con la
posibilidad de acceder al “tratamiento
conservador”, pero
¿de qué se trata el
mismo?
La discusión respecto al uso de la terminología médica
la hemos conseguido en una editorial escrita por William Bakeley
(1971) en donde expone su inquietud y
aclara finalmente el
uso correcto, según su criterio, de
la terminología “tratamiento
conservador”, a continuación,
señala:
“Hace unos pocos años se
señaló que los
Cirujanos estaban abusando de la palabra "cirugía", nombre que describe un campo de especialización médica y que comprende el diagnóstico de
la enfermedad, la preparación preoperatoria, la operación y el
cuidado postoperatorio hasta
la recuperación.
Por consiguiente, se consideró impropio e incorrecto decir que un paciente
"es llevado a cirugía" o que va a tener su "cirugía" en un tiempo dado. Correctamente se diría que él va a ser llevado a un servicio quirúrgico
o que va a ser intervenido quirúrgicamente en determinada fecha y que su cirugía
incluirá cuidados y filosofía mayor que estos eventos aislados...Es tiempo de usar el mismo mecanismo para erradicar de las comunicaciones médicas la anticuada frase de "tratamiento conservador". La implicación del tratamiento conservador es clara para el médico por el uso prolongado y
por su primitivo origen en una época en que una intervención quirúrgica era el último recurso de
tratamiento. Pero ¿cuál es la
interpretación actual para el profano, para el estudiante de Medicina y
para el joven médico?...” (Bakeley,
1971).
En el presente trabajo se pretende encarar esta idea “no invasiva” y sus reales
implicaciones
en el tratamiento de esguince de tobillo a
través de una revisión bibliográfica selectiva de la
literatura académica disponible al respecto.
Metodología.
Se trata de una colección analítica
académica
de bibliografía
que nos permite construir
un artículo referencial para conocer el diagnóstico y tratamiento
necesario para la recuperación correcta de las lesiones
de
esguince
de
tobillo.
Utilizando
el motor
de búsqueda
google académico y Pub Med
para
conseguir dichas publicaciones.
Resultados.
Es oportuno cerrar la
incógnita planteada en la
introducción respecto al correcto uso del
término “tratamiento conservador”
visto que, para el caso que nos
atañe, es importante
aclararlo. Para ello, continuamos con la exposición de Bakeley
(1971) por considerarla correcta y precisa, continúa entonces exponiendo
que:
“…En el tiempo presente
el
uso de la palabra "conservador" para
indicar
un tratamiento no operatorio o
médico no sirve para ninguno de estos propósitos. La lectura cuidadosa de diccionarios, médicos y no médicos, revela unanimidad de definición para
la palabra conservador: "moderado, seguro,
para preservar con cuidado, para conservar intacto o no modificado" y en un sentido médico "que
lleva por mira la preservación de la salud
o
la restauración
y reparación
de
partes o funciones, opuesto a medidas
radicales o heroicas de tratamiento
y fijo a principios sólidos, no especulativos". ¿Cree el competente y
consciente cirujano que recomienda un tratamiento quirúrgico, que su
recomendación es inmoderada, especulativa o es irrazonablemente
peligrosa? ¿Es el término "conservador" remotamente sinónimo con "no
operatorio''' en el presente estado del arte? … Estos absurdos son usados para enfatizar
que tratamiento conservador
no es
necesariamente sinónimo con tratamiento
no operatorio y que, en muchos ejemplos, es
más bien sinónimo de tratamiento operatorio.
Se sugiere que los términos "operatorio" y "no operatorio", "médico" y
"quirúrgico" son
conceptualmente correctos y
representan
más precisamente nuestro empeño,
que es aplicar los medios apropiados de tratamiento
en el momento indicado. Por
consiguiente, el tratamiento
es
invariablemente conservador, se efectúe o no una intervención quirúrgica, y
a menudo precisamente por ello. (Bakeley, 1971).
La
lesión de los ligamentos del tobillo es el traumatismo que ocurre más frecuentemente
durante las actividades de la vida diaria y de la práctica deportiva. A pesar de la frecuencia de
estas lesiones, las técnicas y los métodos de tratamiento varían ampliamente, probablemente porque su biomecánica y la valoración de la integridad anatómica no están completamente entendidas. Con seguridad también a ello se deba la
frecuente inestabilidad crónica como secuela El esguince de
tobillo es la lesión de los ligamentos alrededor del mismo; se clasifica dependiendo del grado de severidad y
las estructuras afectadas. El mecanismo de lesión se
relaciona con posiciones en inversión o eversión, por lo que es común que ocurra durante prácticas deportivas. Sus principales manifestaciones son el dolor, el edema y la limitación en
diversos grados para la marcha (Pérez, y otros,
2004).
Figura 1. Vista Lateral y media del tobillo
Fuente: (Pérez, y otros, 2004)
Casi todos los médicos y muchos
profanos consideran el esguince de tobillo como una lesión trivial, sin importancia a
pesar de
que el 75%
de los casos existe ruptura
de uno o varios
ligamentos.
O’Donoghue (1970) define que el esguince se puede clasificar en Grado I (Leve): desgarro de algunas fibras con escasa hemorragia y no hay evidencia clínica de perdida funcional; Grado II (Moderado): existe alguna pérdida funcional debido a la ruptura parcial del ligamento y Grado II (Severo): Existe daño completo y pérdida total de la función que pudiera comprometer 1, 2 o 3 ligamentos del complejo lateral o medial del tobillo. (Gerstner & Rojas, 1979)
Los esguinces de
la articulación subastragalina, lesiones osteocondrales del astrágalo, lesiones del nervio peroneal y lesiones de ramas del nervio peroneo superficial, pueden ir asociados a
lesiones del ligamento lateral externo, pudiendo pasar desapercibidos en el momento de ser visitados en urgencias, lo cual puede provocar secuelas como la inestabilidad crónica del tobillo, llegando a cifras del 20 %. La actitud conservadora ha demostrado mejores resultados
que la intervención quirúrgica, y
es
el tratamiento funcional el que mayores resultados ha
evidenciado (Guirau, Pleguezuelos, & Mesquida, 2004).
Son muchas las lesiones de la articulación del tobillo que se parecen al esguince de
tobillo, incluyendo neoplasias como el osteoma
osteoide, granuloma eosinófilico y la sinovitis pigmentada vellonodular
(Figura 2). Snyder et al.3 y O´Neil y Micheli4 informaron de que
existía una
alta incidencia de coaliciónes
tarsales (Figura 3) asociadas con esguinces de tobillo
en niños y adolescentes, incluyendo las coaliciones fibrosas, coaliciones cartilaginosas y coaliciones óseas. La fractura osteocondral también puede parecerse al esguince de tobillo. Cuando existen síntomas de esguince de tobillo que no se resuelven al cabo de
las 4 o 5 semanas de tratamiento conservador, es recomendable valorar una tomografía computarizada y una evaluación adicional para descartar
coalición tarsalo
fractura osteocondral
del astrágalo. (Muñoz & Navarro, 2015).
Fuente: (Muñoz & Navarro, 2015)
Figura
3. La tomografía computarizada muestra una coalición
tarsal
entre astrágalo y calcáneo
Fuente: (Muñoz & Navarro, 2015)
La restricción de
actividad física
es
por lo general suficiente como tratamiento en los pacientes más jóvenes, aunque los pacientes que están en etapas más cercanas e incluso
en la adolescencia pueden combinar también un medicamento
anti-inflamatorio o una
inyección de cortisona.
Rara
vez
es necesaria la artroscopia
o artrotomía
para
la escisión de un espolón
óseo o de osteofitos distales de la
tibia o cuello
del astrágalo (Figura 4). (Muñoz & Navarro,
2015).
Figura 4. La radiografía lateral
muestra una exóstosis distal y lateral tibial.
Fuente: (Muñoz & Navarro, 2015)
Se
ha encontrado otras
maneras
de
clasificar los esguinces
La
propuesta por Cass y Morrey:
- Grado I: existe una distensión ligamentosa sin rotura, no hay laxitud y el dolor o los
signos inflamatorios son ligeros.
- Grado II: existe una rotura parcial, podemos encontrar algún grado de laxitud, el dolor y
los signos inflamatorios son
moderados.
- Grado III: rotura completa del ligamento e inestabilidad de la articulación; los signos inflamatorios y el dolor son importantes. También encontramos hemorragia y pérdida de la funcionalidad y movilidad del
tobillo. (Guirau, Pleguezuelos, & Mesquida,
2004).
Tabla 5. Clasificación del
grado
de
lesión de los esguinces de tobillo de West
Point
Fuente: (Guirau,
Pleguezuelos, & Mesquida, 2004)
Para su diagnóstico Pérez y otros (2004)
sugieren
que sólo se requieren
estudios
radiológicos si hay dolor en
la zona maleolar y uno o más de
los siguientes datos:
Una serie radiográfica de tobillo (anteroposterior, lateral y vista de la mortaja) debe ser obtenida al encontrar
dolor en la zona maleolar (zona I) y cualquier
de los siguientes agregados:
· Dolor a la palpación
en la
cresta o zona media del maléolo
lateral
· Dolor a la palpación
a lo largo del
borde posterior o punto medio
del maléolo medial
· Incapacidad
para
descargar
peso sobre el pie afectado durante
la exploración
Una
serie radiográfica de pie únicamente se requiere si existe dolor
en la zona II y
cualquiera de los siguientes agregados
· Dolor a la palpación
de la
base del quinto metatarsiano
· Dolor a la palpación
de hueso
navicular
· Incapacidad
para
descargar
el peso sobre el pie afectado durante
la
exploración
Debe considerarse el juicio del clínico para solicitar
radiografías en pacientes
embarazadas, pacientes con lesión de
tobillo mayor
de 10
días, lesiones aisladas de la piel sin lesión de tejido blando o reingreso por persistencia de sintomatología de un esguince de tobillo. (Pérez, y otros,
2004).
La localización más frecuente de la lesión es el ligamento lateral externo y
dentro de los tres haces que constituyen el mismo, el más habitualmente
afectado es el anteromaleolar o ligamento peroneo-astragalino anterior. A
pesar
de tratarse de la localización más frecuente es la que presenta un mejor pronóstico.
La afectación de los ligamentos
peroneo-calcáneo y
peroneo- astragalino posterior son menos habituales, pero presentan, especialmente
este último, peor
pronóstico. La
mayor afectación del ligamento lateral externo está condicionada
por la tendencia supinadora en el apoyo inicial del retropié, que suele ser el momento en el que se produce la
lesión. En ocasiones, el mecanismo de la propiocepción intenta compensar el movimiento lesivo, lo que conduce a la distensión ligamentosa mediante una contracción pronadora. Cuando se produce este hecho de manera violenta puede acaecer un esguince combinado del ligamento lateral interno. La lesión aislada del ligamento lateral interno es rara y solamente suele aparecer durante la práctica deportiva de intensidad. (Egocheada, Gonzalez, Montoliu, Rodríguez, & Del Valle, 2005)
En general, existe consenso en cuanto a
que el tratamiento
funcional, con sus distintas
modalidades, es el más apropiado para el tratamiento de
los esguinces grado I y II. En los esguinces grado III, se aconseja reservar el tratamiento quirúrgico para pacientes deportistas o con alta demanda funcional5
y tratar al resto ortopédicamente. Estudios recientes y
similares al nuestro,
realizados en
nuestro
país, concluyen
que
el tratamiento funcional en
esguinces grado III comparado con la inmovilización es seguro, se asocia a una más rápida recuperación y está
indicado incluso
en deportistas. Asimismo, una
reciente revisión sistemática del grupo Cochrane
concluye que el tratamiento funcional con movilización y
carga precoz parece obtener mejores
resultados que la inmovilización
clásica (Parrón, y otros, 2006).
En primera
instancia, el tratamiento
de la inestabilidad crónica
debe
ser
conservador, mediante un programa de rehabilitación funcional que incluya fisioterapia, entrenamiento neuromuscular enfocado en la rehabilitación propioceptiva y fortalecimiento muscular. En los casos en los que falle, se indica la reparación quirúrgica. (Reyes, Eckholt, González, & Poggio,
2019).
El objetivo de la cirugía es restablecer la estabilidad articular y reducir el riesgo de
futuros esguinces de tobillo, disminuyendo de esta manera el daño al cartílago. Se han descrito más de 70 procedimientos quirúrgicos
para el tratamiento
de la inestabilidad
crónica de tobillo,
los cuales se
dividen en técnicas de tenodesis o no anatómicas (Evans, Watson-Jones, Chrisman-
Snook) y técnicas anatómicas con y sin aumentación (Broström, Karlsson, Broström-Gould). En
la literatura frecuentemente
se menciona el uso del retináculo extensor
inferior o periostio como refuerzo de tejido nativo para la reparación anatómica. En los casos en los que se indica reparación anatómica con
refuerzo de tejido nativo y en
los
que
durante
la
cirugía estas
estructuras sean insuficientes o no se
logren identificar, los
autores pretenden mostrar
una alternativa de tejido nativo como técnica de
aumentación, utilizando el
fascículo distal del ligamento tibioperoneo anteroinferior (LTPAI) para la reparación de la inestabilidad lateral
crónica de tobillo. (Reyes,
Eckholt, González, &
Poggio, 2019).
Conclusiones.
Hablar de un tratamiento conservador, tal como ha sido expuesto
al
inicio de la investigación y como lo aclara Bakeley
(1971) no exime al médico de hoy a utilizar el término como algún modismo del lenguaje. Sin embargo, hemos reafirmado que un tratamiento conservado no necesariamente
exime de una intervención quirúrgica.
El 85% de los esguinces son consecuencia de un movimiento forzado de inversión. Se sabe que más del 80% recidivan y
que
hasta un 40% pueden acabar en inestabilidad crónica que
conlleva debilidad muscular, laxitud ligamentosa y déficits propioceptivos y
de control postural condicionando el desarrollo de la actividad deportiva
e incluso de la actividad
cotidiana. El
estudio del equilibrio
postural después del esguince ayuda a conocer una parte de las secuelas de esta lesión y nos ofrece información para mejorar la recuperación, disminuir las recidivas e incluso poder prevenir los esguinces en personas que no los hayan padecido nunca. (Martín & Aguado,
2011).
Por ser una lesión tan común cuando, a través de tratamientos conservadores de
inmovilización, vendajes, masajes y ungüentos es notorio
el alivio pero a largo plazo la lesión
sigue frágil y
es
cuando deviene una proclama común “esguince primero, esguince para toda la vida”, se trata entonces de evitar este sentir popular enfrentando al paciente a una realidad y
es que, no hay mejoría absoluta si a través del tiempo el paciente es propenso a otras afecciones en el
tobillo,
pues deriva finalmente en
lesiones graves.
El empleo de bota de
escayola como tratamiento
de esguinces lleva aparejado
toda una serie de efectos secundarios de importante señalización como son la pérdida de propiocepción,
las atrofias musculares, la rigidez articular, así como cierto grado de impotencia funcional,
especialmente problemática y
a señalar en pacientes deportistas. La pérdida de propiocepción
asociada a la atrofia muscular por desuso condiciona y facilita la aparición de hiperlaxitud
ligamentosa, causa frecuente
del
esguince crónico que
no esguinces de repetición, ya que el problema radica y se encuentra en un primer y único esguince que, a nuestro modo de ver, ha
sido mal tratado. Por lo anterior, abogamos por
evitar
la práctica habitual de
colocación de botas de yeso en estos
pacientes,
reservando
su
uso
exclusivamente para
esguinces graves. (Egocheada,
Gonzalez, Montoliu, Rodríguez,
& Del Valle, 2005).
Cuando un esguince de tobillo no se resuelve, debe tenerse en cuenta la posibilidad de que exista una fractura osteocondral de astrágalo. Baker et al (1986) informaron que el 80% de
los pacientes con osteocondritis
disecante traumáticas tienen antecedentes de esguince de tobillo aparentemente benigno. Si hay derrame persistente, sinovitis retardada o bloqueo de la articulación, el examen radiográfico debe hacerse
4 o 5 semanas después de la lesión. La proyección oblicua y en flexión que eviten la superposición tibial y generalmente muestran la lesión con mayor claridad que
las radiografías simples. Si se
sospecha fractura osteocondral debe
hacerse una gammagrafía ósea. Una vez que la lesión está localizada, las tomografías pueden determinar su profundidad y tamaño. La resonancia magnética es, en la actualidad, cara y
probablemente no sea necesaria; sin embargo, se puede determinar si el fragmento está unido o
no al cráter. (Muñoz & Navarro,
2015).
Finalmente, el tratamiento siempre será conservador cuando el
diagnóstico
es el
adecuado. Independientemente
de que las lesiones más graves requieran de una intervención quirúrgica
está visto que alternativas como las fisioterapias, la inmovilización temprana
siempre serán parte del plan médico para
la
recuperación del paciente preventivamente para evitar la
cirugía o precisamente para recuperarse de ella.
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