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RECIMUNDO VOL. 7 N°2 (2023)
Introducción
El dolor es un fenómeno multidimensional,
ya que posee componentes no solo fisioló-
gicos o sensoriales, sino también conduc-
tuales y afectivos. La Asociación Internacio-
nal para el Estudio del Dolor define al dolor
como una experiencia sensorial y emocional
desagradable que se relaciona con un daño
tisular real o potencial. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) define al dolor
crónico como el dolor que persiste o recurre
durante más de 3 meses. En los síndromes
de dolor crónico, el dolor puede ser la única
o principal queja, y requiere un tratamien-
to y cuidados especiales. En condiciones
como la fibromialgia o el dolor lumbar ines-
pecífico, el dolor crónico puede concebirse
como una enfermedad por derecho propio
(Marquina-Carrasco et al., 2022).
Se estima que entre un 20% a 40% de la po-
blación mundial sufre dolor crónico; en Euro-
pa y Estados Unidos se calcula que afecta al
19% y 30% de su población respectivamente.
No obstante, en América Latina los datos so-
bre la prevalencia del dolor crónico, así como
los estudios sobre su epidemiologia son es-
casos. El porcentaje de personas con dolor
crónico en algunos países como México, Chi-
le y Cuba alcanza un 16.8%, 32.1% y 40.3%
de la población respectivamente. En Perú no
se cuenta con amplia información al respecto,
pero se estima que el 25% de la población
padece dolor crónico (Reyes Astudillo, 2020).
El porcentaje de pacientes con dolor crónico
persistente es especialmente alto en los ca-
sos de dolor neuropático. El tratamiento efi-
caz del dolor neuropático sigue siendo una
necesidad clínica insatisfecha, con menos
del 50% de los pacientes logrando un alivio
sustancial del dolor con los medicamentos
actualmente recomendados. Además, los
efectos adversos asociados con los medi-
camentos habitualmente utilizados limitan su
utilidad clínica. Es por lo tanto necesario ex-
plorar otras opciones de tratamiento con di-
ferentes modos de acción y distintas dianas
farmacológicas (Millán Bueno et al., 2022).
GRANIZO RUIZ, D. A., BARROS FLORES, C. M., NARANJO CARDENAS, E. V., & ALTAMIRANO DUQUE, K. E.
Una alternativa que ha tomado interés en
la comunidad científica para el manejo del
dolor es el uso de plantas de tipo medici-
nal entre ellas el cannabis, ya que se han
reportado efectos analgésicos eficaces. En
este sentido, la Organización Mundial de
la Salud señala que diversas posibilidades
se presentan como opciones terapéuticas
ante el dolor crónico, lo cual indica que las
personas recurren a tratamientos que den
solución a su problema cuando la medici-
na alópata no tiene una respuesta, siendo
una alternativa el uso del cannabis de forma
medicinal. En dicho contexto, la Organiza-
ción Panamericana de la Salud, en el artícu-
lo “Acerca de la propuesta de utilizar can-
nabis con fines medicinales”, refiere que en
la actualidad existe fundamentación válida
sólo para apoyar el empleo de la planta en
caso de náuseas por quimioterapia antican-
cerosa y admitir su uso en menores dosis
para estimular el apetito en enfermos termi-
nales de SIDA (Martínez et al., 2020).
El uso de Cannabis se remonta a la prehis-
toria (2300 AC) en China, donde las per-
sonas la consumían no solo con fines reli-
giosos o espirituales, sino también por sus
efectos medicinales (para evitar el dolor, el
vómito y las convulsiones). La planta se in-
trodujo lentamente a la medicina occidental
que progresó poco desde su comprensión
y uso moderado durante el siglo XIX. Fue
hasta principios del siglo XX, cuando su uso
basado en sus propiedades medicinales al-
canzó el clímax, para después ser margina-
da (Granados-Soto & Islas-Espinoza, 2022).
Antecedentes sobre el uso de Cannabis
sp. en medicina
• Se han publicado numerosos estudios
para el tratamiento del dolor oncológi-
co en humanos. Staquet y col. (1978)
evaluaron los efectos analgésicos de un
análogo sintético nitrogenado de THC
(NIB) 4mg, codeína 50 mg y placebo.
Más adelante Duran (2005) estudió di-
ferentes dosis de THC para el alivio del
dolor crónico oncológico, y en un segun-