
298 RECIMUNDO VOL. 8. Especial (2024)
Introducción
En el contexto global actual, marcado por
la creciente desigualdad social, conforme
lo expuesto por Borrell (2018) y Zahra et
al. (2009), “la degradación ambiental y los
desafíos del desarrollo sostenible, el em-
prendimiento social ha emergido como una
alternativa viable para abordar estas pro-
blemáticas y generar un impacto positivo
en las comunidades”.
En este sentido, el cantón La Maná, ubicado
en la provincia de Cotopaxi, Ecuador, “presen-
ta un escenario propicio para el surgimiento
y fortalecimiento de iniciativas de emprendi-
miento social, debido a sus características
socioeconómicas y la presencia de diversos
desafíos en materia de desarrollo humano y
ambiental” (Gobierno Autónomo Descentrali-
zado Municipal del Cantón La Maná, 2020).
El estudio del emprendimiento social ha ge-
nerado un amplio corpus de investigaciones
que exploran sus características, motivacio-
nes, desafíos y oportunidades. Diversos au-
tores han contribuido a la comprensión de
este fenómeno, definiéndolo como “la crea-
ción de nuevas empresas que buscan gene-
rar un impacto social positivo; además, obte-
ner beneficios económicos” (Borrell y De La
Torre, 2016; Dees, 2001; Yunus, 2008).
Esta definición abarca una amplia gama de
iniciativas que según Mair y Santos (2002),
“van desde empresas o emprendimientos
sin fines de lucro hasta unas con fines de
lucro que integran objetivos sociales en su
misión y modelo de negocio”.
Para comprender la esencia del emprendi-
miento social, es fundamental analizar sus
características distintivas. En primer lugar,
el mismo Borrell (2018), establece que “el
emprendimiento social se caracteriza por
su intención social, la cual se manifiesta en
la búsqueda de un impacto positivo en la
sociedad o el medio ambiente”. Esta inten-
ción social impregna la misión, visión y va-
lores, guiando sus decisiones estratégicas
y operaciones diarias.
MEDINA LÓPEZ, E. G. ., & PAZMIÑO CANO, G. E.
En segundo lugar, “el emprendimiento so-
cial implica la innovación social, la cual se
refiere al desarrollo de nuevas soluciones o
enfoques para abordar problemáticas so-
ciales o ambientales” (Mair y Santos, 2002).
Esta innovación puede manifestarse en la
creación de nuevos productos o servicios,
la implementación de nuevas tecnologías o
el diseño de nuevos modelos de negocio.
En tercer lugar, “el emprendimiento social se
caracteriza por su sostenibilidad, la cual se
refiere a la capacidad del emprendimiento
social para generar valor social y ambiental
a largo plazo, al mismo tiempo que asegu-
ra su viabilidad económica” (Mair y Santos,
2002). Esta sostenibilidad se logra “median-
te la implementación de estrategias ade-
cuadas de gestión, la creación de redes de
apoyo y la construcción de relaciones só-
lidas con los stakeholders” (Borrell, 2018).
“En el ámbito de la capacitación y el desa-
rrollo de competencias para emprendedo-
res sociales, se han identificado diversas
estrategias efectivas, tales como talleres,
seminarios, cursos, mentorías y programas
de acompañamiento” como lo establecen
Hodge, (2007), Klein y Teasley (2009) y
Santos (2012). Estas estrategias según Mo-
rris (2010) y Thompson (2009), “permiten a
los emprendedores adquirir conocimientos
y habilidades en áreas como la elaboración
de planes de negocio, marketing, finanzas,
gestión de proyectos y liderazgo social”.
La transferencia de saberes, por su parte,
es reconocido por Martínez (2018) y Pérez
(2014), como “un elemento crucial para el
fortalecimiento del emprendimiento social.
Implica la transmisión de conocimientos,
experiencias y prácticas entre diferentes
actores del ecosistema emprendedor, inclu-
yendo a los propios emprendedores, aca-
démicos, instituciones de apoyo y organiza-
ciones de la sociedad civil”.
El estudio del emprendimiento social a más
de ello se basa en diversos enfoques teó-
ricos y epistémicos, que a decir de Borrell
(2018) y Zahra et al. (2009), incluyen “la eco-